Cedrick
Esto de ser un caballero me estaba costando la mitad de la vida.
Soy un Alfa acostumbrado a tomar lo que desea y ya, sin tanta floritura ni seducción.
Ni siquiera con las lobas vírgenes que me he acostado antes, había tenido que reprimirme tanto.
Pero cuando miro a esos hermosos ojos dorados y veo la confianza y dependencia en su interior, es como si todo este esfuerzo valiera de sobra la pena.
La recompensa que obtendré luego, bien vale que me quede ahora con los huevos morados y tieso.
Ni siquiera pude ir a entrenar y dejarla sola en esa habitación llorando.
Esta mujer sigue trastornando mi voluntad.
— Yo te ayudo – le dije, acercándome y tomando una esponja suave que saqué, vertiendo el gel de ducha sobre ella.
Ella estaba de espaldas a mí, con esas sexis curvas de su cintura, sus amplias caderas y sus nalgas al descubierto.
“Diosa, dame paciencia”
Me concentré en tallar su espalda con la mayor suavidad que pude, aunque de repente mi atención se desvió a las cicat