Raven
— Bien, espérame aquí un momento – su voz ronca me habló, colocándome con suavidad sobre el borde de una inmensa cama con sábanas suaves en negro.
Todo este cuarto era grande, con muebles macizos y serios, frío e impersonal como su dueño.
Pero por alguna razón, me relajé enormemente al encontrarme rodeada por ese olor a bosque salvaje nevado, el olor del Alfa que impregnaba toda su habitación.
Tragué un poco nerviosa y lo vi como se alejó impetuoso hacia una puerta que supongo sería el baño.
No me atreví siquiera a moverme y solo miraba a mi alrededor, curiosa, pero sin parecer una fisgona.
Escuché el sonido del agua correr y luego volvió a aparecer y a rebuscar en un gran closet.
— Bien, pronto te traerán ropa limpia, pero mientras tanto, puedes usar una de mis camisas, porque creo que te quedaran como vestidos – me dijo sacando una prenda de entre sus cosas.
— ¿Esta te parece bien?
— Claro, me encanta el azul – le dije mirando a sus ojos y luego dándome cuenta de que sus ojos