Killian
El viaje fue silencioso, casi incómodo al principio, como si ambos estuviéramos tratando de encontrar una nueva forma de respirar. Ariana a mi lado, el sol bañando su rostro con esa luz dorada que solía hacerla brillar de una manera casi etérea. Ya no había palabras vacías entre nosotros, ya no había espacio para promesas que no se pudieran cumplir. Este viaje, esta casa en ruinas… era todo lo que teníamos ahora. Una oportunidad. Un espacio para reconstruirnos, tal como haríamos con las paredes que se desplomaban frente a nosotros.
La casa, como el resto de nuestra vida, estaba llena de escombros, de recuerdos rotos y trozos de lo que una vez fue. Pero, por alguna razón, ahora no me parecía un lugar que temiera. Lo veía como una oportunidad. Podíamos limpiarla. Podíamos darle una nueva vida. Juntos.
“¿De verdad quieres hacerlo?” preguntó Ariana mientras me observaba, su expresión aún cautelosa, pero algo en su mirada me decía que, aunque estaba asustada, también lo quería. Lo