Killian
La guerra nunca fue lo que imaginé. Nadie me preparó para esto. Para la constante sensación de estar perdiendo el control, de ser un líder rodeado de sombras, pero incapaz de escapar de ellas. La manada se mueve con la agilidad de lobos cazadores, cada uno con su rol bien marcado, pero yo... yo sigo atrapado en este espacio vacío entre mis hombros, como si todo lo que realmente importara ya no estuviera a mi alcance. Y, por si fuera poco, la imagen de Ariana sigue a mis espaldas, acechando mi mente.
Nunca pensé que el deseo podría convertirse en una carga tan pesada. Pero ahí está, siempre presente, más fuerte que nunca. Me arrastra a un abismo del que no puedo escapar. Estoy en una batalla constante, no solo contra mi manada, ni siquiera contra mis enemigos, sino contra mí mismo. No puedo quitarme de la cabeza la imagen de Ariana. Sus ojos, esa mirada desafiante y a la vez vulnerable, esa manera en la que cada vez que me ve, me desconcierta, me cambia, me transforma.
Mientras