Para Luciana Brown su vida había dejado de ser vida, hacía cinco años había dejado de sentir, su corazón estaba roto, porque amor su vida simplemente había muerto y con él se había llevado las ganas vivir ella. Por eso solo se había dedicado al trabajo y a la empresa, su padre la había dejado a ella como la presidenta, ya que era hija única y estos años había sido una de las mejores en todo el país, porque eso era lo único para que podía ser buena, porque para el amor, simplemente había cerrado las puertas Santiago O'Brien, no hay nada más importante que su hija de cuatro años, él se había enamorado, había dado todo de él, pero al final para su esposa no era suficiente por lo que un día decidió que lo mejor era irse, y lo dejó solo a él y su pequeña niña de casi dos años, desde ahí él se ha dedicado a su hija y a la empresa que con gran esfuerzo había fundado su abuelo. Su hermano y él eran los encargados de hacerla cada día más grande Él quiere estar presente siempre en la vida de su hija, por eso nunca la separa de él, no es de tener niñeras las veinticuatro, siete. Por muy el contrario de todos él lleva a su pequeña Emily al trabajo y reuniones lo que a veces eso le causa problemas. Y un día gracias a eso conoce a la mujer más hermosa que sus ojos han visto, pero con una mirada apagada y un alma sola. Por lo que para Santiago será un reto conquistarla, ya que su pequeña Emily lo hizo solo con sonreírle ¿Podrá Santiago curar el corazón roto de Luciana?
Leer másLuciana se levantó agitada luego de estar soñando con Diego, el que fue el amor de su vida. Desde hacía cinco años había dejado de dormir, y aunque muchas veces usaba píldoras para dormir, no quería depender de ellas.
Diego había sido su novio desde la universidad, lo había conocido el primer día, era el tipo deportista guapo, atlético, con una hermosa sonrisa y todas mujeres e incluso algunos hombres vivían enamorados de él, pero Diego era diferente a los deportistas a los cuales estaba acostumbrada a tratar, él era atento, cariñoso, un caballero, cuando él empezó a invitarla a salir pensó que sólo era una fachada, pero no había sido así, él era transparente, tanto así que la enamoró, luego de terminar la universidad, Diego le propuso matrimonio, ella había aceptado de inmediato, llevaban casi cuatro años juntos y realmente lo amaba, al igual Diego a ella, estaban realmente enamorados, tanto que Diego le dio un plazo de seis meses para que pudieran planear la boda, pero una semana antes del matrimonio él tuvo un horrible accidente que le cambió la vida a todos, el coche explotó y Diego no había podido salir. Él dolor en el corazón de Luciana fue tan insoportable que estuvo apunto de morir de depresión, su padre tuvo que actuar de inmediato, no podía perder a su única hija.
Luciana pudo ver el dolor en su padre, por lo que decidió salir de ese agujero de depresión en el que se encontraba, se dedicó a la empresa, hacer negocios, era una mujer fría y solitaria, excepto cuando estaba con su padre y abuelo, con ellos sonreía y lo hacía de verdad, trataba de ser la de siempre cuando estaba con sus seres queridos, pero ellos sabían que nada era igual, sus ojos habían perdido ese brillo.
Se levantó de su enorme cama y contempló la hermosa vista que su apartamento le daba, todo New York estaba a sus pies, suspiró tan profundo mientras recordaba lo que había pasado con Diego, giró su cabeza hacia la mesa de noche, ahí había una hermosa foto de ambos juntos, de hecho era lo único que conservaba de Diego eran la fotos y una camisa que ella le había quitado la noche antes del accidente, todo lo demás se lo había dado a los padres de él, cuando ella decidió salir de la depresión.
Se quitó la bata y se dirigió a darse un baño, hoy llegaban nuevos inversionistas, su padre quiso que se expandiera más la empresa y la verdad eso era más que bueno.
Se decidió por un vestido blanco, con sólo una manga larga, le llegaba unos centímetros por arriba de la rodilla, y en su cintura llevaba un cinturón blanco, combinó sus zapatos y bolso en color negro. Su cabello natural era castaño pero lo se había hecho un balayage rubio y le gustó el cambio y era algo que realmente necesitaba, el cabello le llegaba justo donde empezaban sus pechos, lo dejó suelto, su maquillaje fue algo sencillo, sólo resaltó sus ojos azules y sus gruesos labios.
Se miró en el espejo y se veía hermosa y profesional, pero sin ganas de seguir con la vida, sus ojos ya no tenían ese brillo del que Diego se había enamorado.
Bajó a desayunar con su padre que al igual que ella ya estaba listo.
—¿Cómo has amanecido princesa? Estás muy hermosa hoy — Luciana sonrió.
—Bien papá, gracias, ¿Qué tal estás tú? — Su padre padecía del corazón y había sufrido una recaída hacía unos días atrás.
—Bien cariño, no fue nada — su hija lo miró con una ceja levantada.
—¿Qué no fue nada? ¿Acaso estás loco? — el hombre sonrió al oírla.
—Desayuna cariño, hoy es un gran día, me gusta cuando a la empresa llegan muchos nuevos inversionistas, en especial cuando son como Santiago O'Brien — Luciana había escuchado de ese hombre, pero sencillamente no lo conocía en persona y tampoco era que ella le pusiera a las personas que la rodeaban. — Es un hombre íntegro, leal, además de un gran trabajador y un excelente padre.
—No creo que sea tan excelente padre como tú. ¿Estás seguro que quieres volver a la empresa? Yo puedo encargarme de todo, lo sabes. — Ronald tomó la mano de su hija.
—Yo sé que eres muy capaz cariño mío, eres la mejor, pero yo estoy bien, además sabes que cuando hay nuevos inversionistas mi deber es estar ahí. — Luciana sonrió, su padre no iba a cambiar nunca.
—De acuerdo. Yo iré en mi auto, ¿irás conmigo o con el chófer?
—Tengo unas cosas que hacer antes cariño, así que no me voy a poder ir contigo.
—Papá, quiero que te cuides de verdad, sino hablaré con el abuelo. — Ronald se echó a reír al oír a su hija.
—Luci, cariño, voy a estar bien, ya verás, además no soy un niño para que me acuses con tu abuelo.
—No, pero como si lo fueras — dijo divertida Luciana, cuando terminaron de comer, ella se fue a lavar los dientes y luego salió rumbo a la empresa, su padre ya se había ido, ese hombre siempre hacía lo mismo, casi que corría para salir de casa antes que ella. En cuanto se montó en su auto, Irina, su mejor amiga la llamó.
—Hola, buenos días — fue lo que dijo al contestar, pero por el tono de su amiga, algo no estaba bien.
—¿Qué tienen de buenos? — Luciana frunció el ceño al oírla.
—¿Qué pasa? — Luciana escuchó a su amiga resoplar al otro lado.
—Luci, ¿de verdad eres mi mejor amiga? — la nombrada se extrañó de la pregunta de su amiga.
—Irina, no te estoy entendiendo.
—Pasa que ayer traté de comunicarme contigo todo el día, teníamos la visita al viñedo — le recordó molesta — Eres mi mejor amiga y la única, pero necesito si vas a estar conmigo en los preparativos de mi boda, sino voy a aceptar la ayuda de la hermana de Saul, mi cuñada estaría encantada de participar en la boda de su hermano. — Luciana cerró los ojos al oír el tono dolido de su amiga, ella no quería decepcionarla, bien lo había dicho ella era su mejor amiga y la única.
—Lo siento tanto Irina, te juro que ayer no me llevé la agenda correcta, y tuve un día demasiado atareado en la oficina y fuera de ella y no sólo eso, había olvidado el celular en casa y mi amada secretaría no estuvo ayer, ya que mi papá la necesitaba aquí en casa. ¿Perdíamos la cita en el viñedo? — Irina suspiró al otro lado.
—La reprograme para mañana a las cuatro. ¿Crees que puedas estar ahí?
—Te prometo que ahí estaré, no voy a defraudarte, además seré la madrina, te ayudaré a que tu día sea más que perfecto. ¿Ya Saúl escogió al padrino?
—Sí, sí mejor amigo, él es un hombre increíble, espero que se puedan llevar bien cuando se conozcan. — Luciana torció los labios al oír el tono de su amiga, ella siempre estaba emparejandola con alguien.
—Ya veremos, ahora te dejo, ya que hoy habrá nuevos inversionistas en la empresa. Así que debo llegar a tiempo a la reunión.
—De acuerdo, ve, te quiero, cuídate.
—Yo también te quiero, nos vemos — dijo Luciana antes de cortar e irse de inmediato a la empresa, había llegado unos minutos antes de la reunión, y cuando estaba en el pasillo que iba a la sala de juntas oyó un llanto, cosa que le extrañó, siguió el sonido y se encontró a una pequeña niña, hermosa, de cabello negro y ondas, su ojos eran cafés y tenía un hermoso lunar cerca de su nariz al lado izquierdo de su rostro que estaba debajo del escritorio de su secretaria.
—Hola, ¿Qué haces aquí? — la niña la miró con sus ojitos llenos de lágrimas.
—Estoy buscando una mamá, ¿Te gustaría ser la mía? — Luciana abrió muy grande sus ojos al oír a la niña, eso debía ser una broma. — Mi mamá verdadera me abandonó — dijo con voz dulce — y creo que ahora lo hará mi papá — los ojos de la niña empezó a derramar muchas más lágrimas al mencionar a su padre y eso le causó mucha ternura y tristeza al mismo tiempo a Luciana. Sin saber por qué, ella se sentó al lado de la niña, no le importaba ensuciar su vestido blanco y apenas entraba debajo del escritorio.
—¿Por qué a una niña tan linda la dejaría su padre? — no quería mencionar nada sobre el tema de su madre, además de que era una niña de cuatro o tres años.
—Porque es el papá más guapo que hay y muchas mujeres que andan detrás de él y puede que algún me deje. Yo solo sirvo para estorbar — el corazón de Luciana se arrugó al oír a la niña.
—¿Tu papi te ha dicho eso? — la niña negó con la cabeza.
—No, lo dijo la mujer que me cuida, ella dice que algún día será la esposa de mi papi y él ya no va a quererme. — Luciana frunció el ceño al oír a la niña y justo cuando pensaba contestarle una voz gruesa y cariñosa se oyó detrás del escritorio.
—Emi, cariño, ¿Dónde estas? — la preocupación también se notaba.
—Creo que tu padre está preocupado — Santiago oyó la voz suave de una mujer y la siguió hasta llegar justo debajo del escritorio que había delante de él, quién encontró a su pequeña hija al lado de la mujer más hermosa que había visto, ambos quedaron en una especie de trance mientras no dejaban de verse a los ojos.
Santiago salió del hospital una semana después de que había despertado, él le había tenido que exigir al doctor que lo dejaran salir, y lo consiguió pero con la condición de que debía guardar reposo un mes completo y no podía salir del país hasta que estuviera dado de alta, a lo cuál Santiago aceptó. Al salir del hospital fueron directamente a la casa de Ronald, Luciana iba sumida en sus pensamientos. —Amor, ¿Pasa algo? — Luciana dejó de mirar el camino para mirar a su esposo. —Nada, es sólo que estaba pensando en que tal vez deberías ir a casa de tus padres — Aunque Santiago siempre le había dado su lugar, ella se sentía mal, ya que sabía que su suegra sufría por su hijo. Santiago por su lado suspiró y le apretó con fuerza la mano de ella. —Mi lugar es dónde tú y Emily estén. ¿Debo hablar con mi madre?, sí, pero por ahora no será, estoy aún muy enojado con ella, con lo que hizo, así que dejaré que se me pase el enojo y luego hablaré con ella. —De acuerdo — contestó mirándolo a
Cuando Luciana salió de la habitación volvió con los demás, una emoción la invadió la felicidad, su padre estaba ahí, corrió hasta refugiarse en los brazos de ese hombre que siempre había sido su ancla y refugio en los peores momentos de su vida, volvió a llorar sin poder evitarlo. Ronald abrazó a su hija muy fuerte, Milo lo estaba molesto, tanto con Guiselle por lo que trató de hacerle a su hija, como con Adela O'Brien por hacerla sentir menos, Camille le había contado todo lo que había pasado. —Todo va a estar bien mi amor, Santiago es un hombre fuerte, vamos, debes descansar un poco, igual nada haces aquí. — Luciana empezó a negar con la cabeza. — No vas a empezar a contradecirme señorita, Santiago estará en observación cuarenta y ocho horas, mientras no harás nada aquí, te concedo que vengas por ratos hasta que tu esposo despierte, pero no vas a pasar aquí las cuarenta y ocho horas tienes que cuidarte, cuidar al bebé y cuidar a Emy, por ella iremos de inmediato. — dijo decidido.
Cuando Camille y Andrés llegaron al hospital buscaron a Luciana de inmediato cuando la encontraron, estaba irreconciliable, su aspecto desastrosos por el llanto y su ataque de pánico y ansiedad, se encontraba en una silla abrazada así misma mientras miles de lágrimas se caían sin parar por sus mejillas, parecía pérdida. —Lu, cariño — dijo con tristeza Camille que se acercó a ella, Luciana parecía pérdida cuando levantó la mirada. La niña corrió hacia ella, Luciana la abrazó y se aferró a ella con fuerza. — Tú padre no contesta, sale fuera de servicio — Luciana la escuchaba pero parecía no estar ahí y eso preocupó a Camille y Andrés que se había acercado a ella y la abrazaba. —Él va a estar bien, es un hombre fuerte, te ama y ama a sus hijos, él va a luchar, ya verás que saldrá de esto. — las palabras de Andrés parecían haberla hecho reaccionar un poco, ella asintió, mientras se limpiaba el rostro. —Él no puede dejarnos, es mi vida entera, si le pasa algo no sé que voy hacer. —Sald
—¿Pasa algo? — preguntó Luciana a Santiago en cuanto llegó a su lado, pudo observar su semblante molesto, él respondió muy profundo antes de sonreírle y negar con la cabeza. —No cariño, nada, es sólo que ya no deberías correr tanto, recuerda que estás embarazada. —No va a pasarme nada, no te preocupes — Emily en ese momento alzó sus pequeños brazos para que su padre la alzara y así lo hizo. Ella sabía que algo debió de pasar con los padres de Santiago, pero mejor no dijo nada, ya que no quería que se molestara más, lo hablarían después. —Quiero ir a caminar un rato por el Big Ben, ¿Vamos? — preguntó con algo nervioso mientras miraba a su mujer, Luciana sonrió al verlo así y no pudo evitar abrazarlo para luego besarlo. —Te amo, por supuesto quiero visitar la ciudad contigo. —¿Aunque ya la conozcas? Es más me gustaría ir a alguna ciudad que no hayas conocido ahí, para que sólo recuerdos conmigo tengas — dijo celoso al pensar que dónde había estado Luciana había sido con Diego, ese
En cuánto llegaron a Londres todos fueron directamente a la mansión O'Brien, dónde ya los esperaban, tanto los padres de Santiago, como el padre de Camille. —Abuela — dijo Emily corriendo hasta la elegante señora que los esperaba con una gran sonrisa, Luciana no pudo evitar sentirse nerviosa, cosa que Santiago notó, por lo que tomó su mano con más fuerza. —Descuida, estaré contigo mi amor, siempre. — dijo mirándola a los ojos. —Lo sé —Luciana sabía que Santiago no la dejaría nunca, pero ella simplemente no quería que volviera a alejarse de su familia como había pasado con Emma. —Abuela, abuelo, ella es mi mamá Luciana, ¿Verdad que es muy hermosa? — Luciana sonrió al oír a su hija. —La verdad sí es muy hermosa cariño, creo que mi hijo tiene muy buen gusto — dijo divertido el padre de Santiago. Luciana se sonrojó al oírlo. —Mi nombre es Adela O'Brien — dijo la mujer en tono serio, no confiaba en ninguna mujer luego de todo lo que había pasado su hijo, claro, ya la había investigad
—De verdad es un placer que hayan venido esta noche — comentó Andrew que en ese momento se despedía de Santiago y todos los demás, Gabriel y Gael también estaban con su hermano y esposas, todos se habían llevado de maravilla, las mujeres habían intercambiado número de teléfonos. —El placer y el honor fue nuestro, todo nos pareció increíble, mañana pasaré a tu empresa para que podamos hablar bien del contrato, estoy seguro que aunque no me vengamos a vivir a Canadá quiero hacer negocios con ustedes. —Que vivan aquí sería magnífico, convencí a mis hermanos de que se vinieran a vivir aquí en Canadá y ha sido maravilloso — Gabriel y Gael asintieron, Gabriel había abierto dos bancos en ese país y Gael un club dos veces más grande del que ya tenía, a los trillizos les iba de maravilla y por supuesto su madre se había también ido a vivir a Canadá. —Estoy un 85% segura de que viviremos aquí, pero igual quiero ver que tal Londres. —Londres es hermoso, cualquiera de los dos lugares que esco
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