Luego de un silencio aterrador, Eliam rio a carcajadas. Sabía que no tenía nada de perder si la amenazaba con dinero, algo que ella no podía conseguir de la noche a la mañana.
—Atrévete a delatarme, total, no creo que tengas el dinero suficiente para regresarme todo lo que te he pagado por adelantado y de lo cual, seguramente ya no tienes ni un centavo.
—¡Idiota! —lo insultó con el corazón, rechinando los dientes y dando golpes con su pie en el suelo, aunque sabe que hacerle un berrinche a su esposo no le servirá de nada. El dinero ya no lo tiene, es verdad, ha pagado la carrera completa en la universidad y se le ha ido más de la mitad de lo que recibió por el contrato de matrimonio. Entre otras cosas de uso personal que compró.
Minutos después, llegaron al lugar en donde ya los están esperando los inversionistas, están molestos porque Eliam se ha retrasado veinte minutos en llegar. Al bajar del auto, los esposos se tomaron de la mano y fingieron estar contentos de encontrarse con e