Alan no se detuvo.
—Además, Archer debe cumplir su condena lejos del agua. Si vuelve, los reinos se alzarán en su contra. Y todos sabemos cómo terminará eso.
El aire se tornó aún más denso con sus palabras, como si un peso invisible se hubiera posado sobre ellos. La mirada de Maliza era intensa, pero su voz permaneció serena, aunque cargada de un dolor silencioso:
—He investigado durante años fuera del océano —intervino, su tono grave, como si hablara de un secreto demasiado grande para compartir—. Sabía que este día llegaría. Síganme… es hora de que vean la verdad.
La tensión aumentó, atrapando a todos en un silencio pesado mientras la seguían. No había más palabras, solo la creciente presión de lo que estaba por revelarse. La habitación secreta a la que Maliza los condujo era un santuario de sombras y magia olvidada, un espacio que parecía existir fuera del tiempo.
El ambiente dentro era casi tangible, como si las paredes respiraran con la misma vitalidad del océano. La brisa marina