Capítulo 54. Él tenía el juego ganado.
Trina
El silencio de la cocina era engañoso. Mientras mordía el sándwich que me había preparado, trataba de no pensar en él. En Dominic. En la forma en que su cuerpo se había entrelazado con el mío. En la manera en que sus manos me habían hecho sentir cosas que no quería admitir. Pero no podía evitarlo. Cada vez que cerraba los ojos, lo veía. Lo sentía.
Mecía mis pies bajo el banco, tratando de calmarme, pero el recuerdo de su piel contra la mía me hacía estremecer. Maldita sea, ¿por qué no podía olvidarlo?
Justo cuando abrí los ojos, vi a dos guardias acercarse. Sus rostros eran impasibles, pero sus movimientos eran decididos.
—¿Qué pasa? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—Debes acompañarnos —dijo uno de ellos, agarrándome del brazo con firmeza.
—¿Para dónde? —pregunté, mirándolos con recelo.
—Eso no es tu problema —respondió el otro—. Solo debes saber que es orden de Dominic.
En ese momento, la señora que me había estado cuidando se acercó con una bolsa oscura e