Capítulo 29. Nadie me la arrebatará.
Dominic Ivankov
El teléfono temblaba en mi mano, mientras escuchaba a Irina.
Su voz se arrastraba en mi oído como una serpiente envenenada, deslizándose entre mis pensamientos con la precisión de alguien que conocía cada uno de mis demonios.
“¿Cuánto tiempo crees que tardes en hacer lo que debas hacer con esa niñita?”, preguntó la mujer con un tono indolente. “Porque Dominic, ya es hora de que nos casemos. Mi padre quiere que fijemos una fecha. He tratado de contenerlo, pero no creo que pueda durar mucho. Espero que apenas termines con esa, cumplas con la palabra de los King”.
Sus palabras me irritaron profundamente.
Apreté la mandíbula, sintiendo cómo la furia escalaba por mi garganta como un rugido contenido.
—¡Vete al diablo, Irina! —solté, con el tono grave y afilado de una sentencia—. Tú no me das órdenes ni tu padre tampoco. Yo no le di ninguna palabra ni a él ni a ti. No te equivoques.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, luego una risita baja, arrogante.
“T