Cap.151. El aroma de lo imposible.
Narrador omnisciente.
Maite se incorporó de golpe, con el pecho agitado y las sábanas enredadas entre sus piernas, sintiendo cómo el corazón le retumbaba en los oídos como un tambor desbocado. Miró a su alrededor, desorientada, con la respiración entrecortada.
—¿Qué… qué fue eso? —murmuró, llevándose la mano al pecho.
Podía jurar que Alexandros la había abrazado.
No solo lo había soñado… lo había sentido. El calor de su piel aún parecía aferrado a su espalda, como si sus brazos todavía la rodearan. Y lo más cruel era que su aroma seguía impregnado en las sábanas, en el aire… y en su propia piel.
—Estoy loca —se susurró con un hilo de voz, cerrando los ojos con fuerza—. Lo extraño tanto que ya empiezo a alucinar…
Negó varias veces con la cabeza, desesperada por sacudirse esa ilusión traicionera. Incluso se dio un par de bofetadas suaves, como si necesitara recordarle a su mente que estaba despierta.
Pero lo estaba. Estaba despierta.
En ese instante, la puerta se abrió despacio y entró