Cap. 156. Gracias por hacerlo humano.
—Madre también mereces ser feliz. Siempre has estado pendiente de que mi hermana y yo lo seamos... —dijo Alexandros con ojos llenos de emoción—. Pero ¿y tú? ¿Quién se preocupa por ti? Papá murió hace años... y sí, lo amamos, lo respetamos, pero él querría verte vivir, verte reír, enamorarte otra vez. ¡Enamorarte de mi suegro, no es traición! ¡Es justicia para ti!
Ariadna se cubrió la boca, conteniendo un sollozo; esperaba todo menos esas palabras de su hermano.
“Alex ha cambiado tanto que no puedo creerlo”, pensó Celine llorando de felicidad.
Damian, sin decir nada, atrajo a Celine dándole un fuerte abrazo.
—Hermano… —murmuró Ariadna con una sonrisa pícara mientras secaba sus lágrimas con el dorso de la mano—. No conocía esta faceta tuya tan romántica, ¿te golpeaste la cabeza o es que el amor también te está ablandando?
Las risas comenzaron a florecer como un bálsamo, y entonces Ariadna, traviesa como siempre, dio una palmada.
—¡Alto al drama, familia! ¡Hora de ponerle azúcar a esto