Cap.146. Rey por un día.
Maite lo escuchaba, pero algo dentro de ella se rompía. Porque sabía que él creía en lo que decía. Pero también sabía que, al irse, les iba a destruir.
—¿Y toda esa gente que ayudaste? —le reprochó, alzando la voz con rabia—. ¿Vas a dejarlos a su suerte? ¿A los que salvaste, a los que confiaron en ti? ¿Les vas a dar la espalda?
Él la abrazó, fuerte, como si intentara que no se deshiciera en sus brazos. Como si eso bastara.
—En algún momento… tenían que aprender a cuidarse solos.
—¿Y nosotros? ¿Y tus hijos? ¿También vamos a tener que aprender a vivir sin ti?
Ella lo empujó. Lo miró con un dolor indescriptible.
—¿Y tú crees que eso no es egoísmo? ¡Es puro egoísmo, Alexandros!
Él cerró los ojos y negó suavemente.
—No me iré para siempre. He negociado mi libertad.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó, desconcertada.
—Seré rey por un día —susurró.
Maite frunció el ceño.
—¿Qué significa eso?
—Que entregaré a los otros jefes. Voy a acabar con sus negocios, sus redes, sus alianzas. Todo. A cambio…