CAPÍTULO 40 – Las respuestas sumergidas
Kerana salió de su cabaña tras la conversación con Arasy. Habían encontrado a sus padres adoptivos. Estaban vivos. Estaban bien. Pero no recordaban nada de ella.
Ese detalle, más que cualquier otro, la tenía respirando apenas.
Deseaba correr hacia ellos, abrazarlos, exigir que la miraran a los ojos hasta que algo —lo que fuera— despertara un recuerdo. Pero sabía que Arasy no la habría detenido sin motivo. Y si él decía que no era seguro… entonces no lo era.
“¿Qué les pasó? ¿Qué me pasó a mí?”
La pregunta se repetía como una pulsación dolorosa.
Salió a buscar a Tao, impulsada tanto por la necesidad de respuestas como por esa calma inexplicable que él siempre conseguía despertarle. Lo anhelaba. Lo necesitaba cerca. Con él, incluso lo inentendible parecía menos pesado.
Lo encontró en el patio central, junto a dos de sus hermanos mayores. Reconoció vagamente sus rostros, pero no recordaba haber hablado más de unas cuantas veces con ellos.
— Buenas n