CAPÍTULO 24 – Un pasado que duele
Dentro de la vieja cabaña de los cazadores, Kerana yacía en el suelo, inconsciente, con su respiración lenta y profunda. Ella ni se había dado cuenta de la trampa en la que había caído. El polvo somnífero que Lucy había liberado había cumplido su efecto con precisión.
Las jóvenes —Lucy, Victoria, Tala y Nahir— habían huido del lugar apresuradas, sin mirar atrás. No querían testigos ni rastros que las delataran. Se mezclaron con las actividades matutinas de la comunidad como si nada hubiera ocurrido, ocultando su nerviosismo bajo sonrisas y risas fingidas.
Kerana, sumida en el sopor, se encontró de pronto corriendo. No sabía dónde estaba, solo que debía huir. Las ramas golpeaban su rostro, los pies descalzos se hundían en el barro, el corazón le latía con un ritmo frenético. El bosque era oscuro, las sombras la perseguían.
— Corre —una voz resonó dentro de su mente—. ¡Corre!
Pero no sabía de quién huía. Solo el instinto la empujaba a seguir. Los aull