—Debo admitir que no esperaba encontrarte —dice mientras deja la taza sobre la mesa, luego de dar un sorbo a su café—. Aunque debo aceptar que es una sorpresa bastante grata.
Mientras Adriano deja salir sus palabras con total calma, Thalia lo observa de manera fija, su cabeza aún palpitando con fuerza debido al malestar.
—¿Cómo está Donatella? —pregunta con un falso tono de cariño hacia la mencionada—. Supe que están cercanos a una nueva colección, pensé que serías su imagen, pero veo que sigues con la idea de hacerte tu propia…
—¿Realmente crees que puedes aparecer y actuar como si no hubiese pasado nada? —dice con rabia, cortando las palabras de Adriano.
—Dime algo, petit moineau, ¿no crees que deberíamos dejar el pasado de lado?
Escucharlo llamarla “pequeño gorrión” le revuelve el estómago más de lo que ya lo tiene, irónico, teniendo en cuenta que en algún momento de su vida fue su apodo favorito. Su mirada se vuelve más filosa.
—Supongo que siempre has sido bueno dejando de lado