#1

SEMANA DE LA MODA DE PARÍS

29 AÑOS ATRÁS

—¡¿Qué carajos se supone que fue eso?! — reclama Lorenzo con molestia mientras se acerca a la rubia que acaba de entrar bastidores—. ¿A eso le llamas pasarela? Pensé que había pedido modelos de clase A, no una principiante.

Ante las palabras del diseñador, todos fijan la mirada en su dirección y observan a la novata que se encuentra siendo reprendida.

—Que mal gusto —replica la rubia en voz alta, captando la atención incluso del diseñador.

Una vez que termina de retirar el maquillaje de su rostro, Thalia se aparta de la mesa del maquillaje al tiempo que toma su bolso y camina hasta quedar cerca de ambos, su mirada posándose en el diseñador quien sonríe con suficiencia al creerse respaldado por ella.

—Lo es, personas como ella…

—Levanta el mentón, mira al frente y no muevas tantos los hombros mientras estás en la pasarela —le interrumpe mientras alisa la arruga inexistente de su blazer antes de mirar a la chica —. Y hazte un favor, si tu casa de modas es capaz de mandarte a modelar para un hombre patético y sin talento que se cree con el derecho de humillarte, te recomiendo que busques otro represéntate.

Solo esas palabras bastan para que una ola de murmullos y miradas de burlas se desate entre los modelos y el personal del desfile, pero no contra ella, sino dirigidas a Lorenzo, mismo que observa a la rubia con la boca ligeramente abierta.

Por su parte, Thalia se acerca un poco más a la modelo, y toma la blusa que la chica lleva, luego una sonrisa de burla se dibuja en sus labios.

—¿Poliéster? —dice en tono alto, la burla siendo muy marcada al mencionar el tipo de tela—. La única burla aquí eres tú al traer algo tan …burdo. Creo que no recibiste el memo de que esto es alta costura. Pero admito que eres osadamente divertido, ¿cómo te atreves a exigir modelos de la A trayendo esta basura a una pasarela como esta?

—Yo…

—Si usas este tipo de telas, es más que obvio que no tienes el dinero suficiente para pagar lo que vale mi trabajo.

Y sin decir nada más, Thalia se gira y camina hacia el lado contrario, dispuesta a salir a la zona del desfile que le corresponde. Sabe que cuando el comentario de este incidente llegue a Donatella tendrá una reprimenda por parte de su madre, pero simplemente, no podía quedarse de brazos cruzados mientras esa pobre chica era humillada por ese imbécil.

—Siempre tienes que ser el centro de atención, ¿verdad?  —pregunta una voz a su lado—. Ese no era tu asunto.

Thalia apenas si ladea el rostro para ver a la recién llegada, tan pronto como su mirada se cruza con la de Kendra, no puede evitar que un gesto de fastidio se dibuje en su rostro.

—Tampoco es asunto tuyo lo que yo hago, pero aun así disfrutas meterme y opinar.

Kendra intenta refutar sus palabras, pero Thalia solo vuelve a mirar al frente e ingresa en la pasarela, dejándola con la palabra en la boca.

DISTRITO CHAMPS ÉLYSÉES

APT DE THALIA

Para el momento que Thalia baja del auto que la trasporta, el reloj marca as 4:15 de la madrugada. Dejando salir un suspiro pesando, da las buenas noches a su chofer y a su guardaespaldas mientras entra en la residencia, una vez dentro de aquellas paredes que le resguardan, deja que sus pasos se arrastren un poco debido al peso del cansancio. Al entrar en el ascensor, en lo único puede pensar es cuanto desea darse un buen baño, compartir un poco de pasión con su novio y luego dormir hasta el mediodía, tal vez eso es lo único que la mantiene con algo de ánimo, pensar que ese fue su último día de trabajo y ahora solo le queda disfrutar de sus vacaciones junto a su chico.

Tomando su celular marca el número de Andrea, quiere saber si ya llegó de sus pasarelas o si podrá llevar sus planes a buen término, pero cuando el número de su novio le manda a buzón después del primer timbre, un bufido sale de ella y solo guarda el teléfono de nuevo en su bolsillo.

Cuando la campana del ascensor anuncia la llegada a su piso, baja de este y camina el elegante pasillo. Al sacar las llaves de su bolso, se dispone a abrir la puerta, pero se extraña un poco al notar que la puerta se encuentra entreabierta.

Por un momento sus instintos se ponen alerta y el sentido común le dice que llame a su guardaespaldas y a la policía, después de todo, la puerta abierta puede ser una señal de que alguien entró a robar, pero, antes de que pueda sacar su celular o siquiera moverse, un sonido proveniente del interior capta su atención, guardando silencio, presta un poco más de atención y logra distinguir que se trata de una voz femenina, y no es solo eso, también reconoce los sonidos que escucha, son gemidos.

Terminando de abrir la puerta, se encuentra con una escena que la hace enarcar una ceja, el interior del departamento es un total reguero, comida para llevar sobre la mesa, latas de cerveza en el suelo, acompañando un rastro de ropa que se dirige hacia la habitación.

Caminando a la habitación, siente que su corazón bombea a todo lo que da, sus pasos ya no muestran el cansancio de su cuerpo, y su rostro solo deja ver la rabia que comienza a bullir dentro de ella.

Al estar fuera de la habitación, los gemidos son más fuertes y claros, mordiendo su labio inferior, intenta que ese gesto la ayude a retener las ganas que siente de gritar y explotar. Tomando el pomo, abre la puerta con fuerza.

—¡Carajo! —exclama Andrea al tiempo que se separa de la chica y busca de cubrirse —. Thalia…bebé yo puedo explicarlo.

—¿De verdad? —pregunta con marcada repulsión—, porque personalmente creo que no hay nada que explicar.

Dando unos pasos hacia la cama, Thalia muestra su intención de descubrir a la mujer, pero Andrea se cruza entre ellas e intenta tomar a la rubia para evitarlo.

—Espera Thalia, de verdad no tenemos que llegar a este punto, solo, vamos afuera y hablemos bebé. Te juro que esto no es nada, ella no significa nada, solo fue un error.

—¿Qué dijiste? —pregunta la mujer desde la cama, su voz notándose ofendida.

 Y solo esas palabras le bastan a Thalia para reconocer de quien se trata.

—¡Esto tiene que ser una maldita broma! —exclama mientras empuja a Andrea y toma la colcha que cubre a la chica. Al momento de quitarla, Thalia suelta una risa llena de rabia y amaga diversión al reconocer a Margareth, su asistente y confidente—. Claro que eres tú, ¡que estúpida soy! Espero se divirtieran mucho.

¿Le duele? Tendría que mentir si quiere decir que no, ¿le sorprende? Jodidamente no, una parte de ella ya sospechaba que entre ellos había algo, lo que no esperaba era llegar a encontrarse con este tipo de situaciones.

—Espero que valiera la pena, aunque viniendo de ustedes dudo que exista algo que valga la pena.

Entre sus planes no está el quedarse allí por más tiempo, así que mientras Andrea y Margareth se visten presurosos, ella solo busca su bolso de mano, necesita sus documentos y pasaporte, después puede pedirle a otra persona que busque el resto.

Mientras camina hacia la salida, Thalia escucha a Andrea quien va tras de ella pidiéndole hablar de lo ocurrido, ella por su parte solo puede pensar en cuanto desea perder los estribos.

—¿De verdad te irás sin pelear por lo nuestro? —es la pregunta que la hace detenerse.

Volviéndose rápidamente al idiota que ahora considera su ex, lo mira fijamente. Por su parte, Andrea solo puede retroceder un par de pasos ante esa mirada, Thalia es generalmente una mujer muy dulce y amable, un contraste total con lo que esperarías de alguien con su posición, pero en ese momento, el pelinegro puede ver esa superioridad y desprecio por los demás en la mirada que le dedica.

—Créeme Andrea, eres alguien que merece muchas cosas, pero que yo pelee por ti, no es una de ella.

Sin decir nada más, gira sobre sus talones y retoma su andar saliendo del departamento, si bien por un momento no sabe qué hacer o a quien llamar, cuando llega al lobby sus ideas se encuentran un poco más organizadas. Primero, envía un mensaje a Alessandro, lo último que quiere es a su hermano en modo paranoico, luego, marca el número de Jackie, después de todo, aún está a tiempo de alcanzar a su grupo de la universidad en el viaje de fin de carrera.

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