BASTIÁN .
—Señor Carter. Va a oncología, es en el piso cuatro
—No, doctor Simmons, voy a ginecología con la doctora Silvestre.
—Lo siento, pero pensé que… —La cara de la doctora me sorprendió; solo he venido a preguntarle algo a la doctora, sobre Victoria, que me parece extraño algunas cosas, pero ¿oncología? Siento como una pequeña espina clavada en el pecho; no quiero pensar de más.
—Yo vine a entregarle la tarjeta de invitación para darle la bienvenida a mi princesa; sin embargo, doctora, si hay algo que yo tengo que saber, creo que debería decirme.
—¡Doctora, Simmons!, por favor, su paciente la espera, está gritando de dolor y eso que ya le dieron la epidural.
—Lo siento, señor Carter.
Ella se marchó y yo me quedé ahí, con el sobre rosa en la mano, y la duda invadió mi cabeza, pero no puedo pensar de esa manera; si algo estuviera pasando, estoy seguro de que ella me lo diría. Decido dejar pasar el tema, toco la puerta de la doctora Silvestre, pero nadie abre.
—Buscar a la doctor