39. HERENCIA DE SANGRE
MARCUS NOLAN
Aún puedo sentir la humillación en el cuerpo, como una marca invisible que no se borra.
El rey me dejó en ridículo frente a toda la corte.
Mi propia madre me negó lo que me correspondía por derecho, y ahora el título de Conde de Nolan pertenece a una muchacha que apenas ha dejado de ser una niña.
Margareth.
Mi hija.
O eso me esfuerzo en recordarme, aunque a veces su tono, su forma de mirar, incluso su manera de pensar, me resulta irritante... es como si no pensara en mí como su padre.
Cuando regresé a casa, Marian me esperaba en el salón, como si hubiera presentido mi furia antes de verme cruzar la puerta.
Su mirada inquisitiva me obligó a sentarme, pero no podía quedarme quieto.
—¿Qué dijo el rey? —preguntó con voz dulce.
—Que el título es de Margareth —respondí con amargura—. Madre se lo dejó todo. La casa, las tierras... incluso los servidores.
Marian entreabrió los labios, sorprendida al principio, pero luego una sonrisa se dibujó lentamente en su rostro.
—Entonces to