Capítulo siete. Entre la espada y la pared.
Nicole sintió un escalofrío recorrerle la piel mientras sostenía la mirada de Kyan.
Él no se había movido, pero la forma en que la observaba —con esa intensidad oscura y calculadora— la hacía sentir acorralada.
—No puedes obligarme a aceptar este puesto —dijo con firmeza, aunque su corazón martilleaba contra su pecho.
Kyan inclinó la cabeza con una sonrisa ladina.
—Claro que puedo.
—No tiene sentido. Hay muchas personas más capacitadas que yo para este cargo.
—Tal vez, pero ninguna de ellas me debe tanto como tú.
Nicole apretó los puños. Él quería verla sometida, humillada.
—Si me estás haciendo esto por venganza…
—¿Y si lo estuviera? —interrumpió Kyan, con un brillo frío en los ojos—. ¿Acaso no lo mereces?
La pregunta la golpeó en el estómago.
Sí, lo merecía.
Al menos, eso era lo que Kyan creía.
—No puedes manejar una empresa tomando decisiones personales —dijo, tratando de razonar con él.
Kyan dejó escapar una risa