Capítulo diez. Herencia, derecho e historia.
Kyan sentía el pecho a punto de estallar.
Desde que Nicole pronunció aquellas palabras, todo a su alrededor había dejado de tener forma. No escuchó más sonidos, no notó el tacto del suelo bajo sus zapatos de cuero, ni el murmullo constante de la oficina. Solo un eco brutal y ensordecedor: "Millie es tu hija."
Caminar por los pasillos fue como atravesar un campo minado. La culpa, el dolor, la rabia… lo golpeaban en todas direcciones. Cinco años. Cinco años perdido de su vida. De su sangre. De ella.
Se detuvo frente a la pequeña sala de descanso, donde minutos antes había escuchado que Millie jugaba. Ella seguía allí, ahora sola, sentada sobre una alfombra con crayones esparcidos a su alrededor. Dibujaba concentrada, como si el mundo entero no existiera fuera de ese papel.
Kyan respiró hondo y entró sin hacer ruido.
La niña levantó la mirada. Y fue como mirar un espejo retrovisor. Esos ojos no dejaban lugar a dudas. Eran los suyos. Mismos mat