Así que te llamas Ophelia

2 horas más tarde.

Javi y Ophelia siguieron la dirección que Helena le había dado. Efectivamente tenía

razón. El taller estaba a un par de kilómetros del bar. En cierto punto, reconoció el lugar

donde Polo la había dejado a su suerte. Un escalofrío rondó por su cuerpo de sólo

recordarlo.

Eso la hizo pensar aún más sobre los acontecimientos, no podía reconocer lo que era real

o un montaje. De todas formas, estaba completamente comprometida en averiguar todo lo

que pasaba en su pequeño gran mundo.

Llegaron al taller finalmente, la puerta era una especie de portón corredizo que se

cerraba hacia abajo. Javi se estacionó en todo el frente de la entrada y se bajaron.

Ophelia se había cambiado también. Usaba un pantalón de vestir blanco con unas

sandalias negras con tiras que se extendían por toda su pierna, como los de un gladiador;

sabía que unos tacones combinarían más, pero seguía su promesa de no usarlos por el

momento. Una pequeña franela negra con tiras delgadas y
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