Era la primera vez que veía a Ilán desde aquella visita en prisión, cuando le había revelado la verdad sobre el vínculo que nos unía. Desde entonces, el silencio había sido absoluto; no había tenido noticias ni de él ni de Ivory Cloe. Avancé lentamente hacia donde Ilán permanecía de pie, apoyándose con dificultad en la puerta del auto, notablemente fuera de una silla de ruedas.
—Ya veo que descubriste que te mantenía en esa silla —le dije, esbozando una sonrisa mientras lo abrazaba sin permitirle rechazar el gesto—. Gracias, sobrino, por esto. No sé qué significa exactamente, pero no me importa si me llevas a otra prisión. El simple hecho de que hayas reconocido que soy tu tía es más que suficiente por ahora.La emoción me embargaba mientras Ilán, con una mirada que destilaba determinación y afecto, me d