En casa de mis padres, observaba a mi amiga Ivory, que no había cesado de llorar y seguía sumergida en su trabajo desde que Ilán tomó la decisión de volver a su hogar sin ella. La comunicación entre ellos se había vuelto esporádica; Ilán respondía con menos frecuencia a los mensajes y llamadas de Ivory, y se mostraba reacio a recibirla cada vez que ella intentaba visitarlo.
Los días pasaban y la situación solo empeoraba entre ellos. Me sentía desconcertada, incapaz de comprender qué había sucedido aquel día en que ambos decidieron visitar la casa de su madre. A pesar de mis esfuerzos por descubrirlo, Ivory mantenía un silencio inquebrantable sobre el asunto.La nana Marina y el jardinero Armando habían seguido a Ilán a su residencia, aunque regresaban diariamente para permanecer en la pequeña casa del huerto, insistiendo en que Ivory c