La tranquilidad matinal de mi apartamento se vio abruptamente interrumpida por los persistentes timbrazos en la puerta. Al abrir, me encontré con un mensajero rodeado por una montaña de paquetes.
—¿Para el señor Daniel? —inquirió el mensajero, extendiéndome una nota—. La señora Ivory Makis envía esto con la instrucción de que, si el señor Daniel intenta enviar algo más, será directamente descartado en la basura —declaró el mensajero con un tono neutro antes de dar media vuelta y desaparecer.Me quedé anonadada mirando la enorme cantidad de hermosos y caros regalos que se acumulaban en la entrada de mi apartamento. Firmé el comprobante que me extendió el mensajero, llena de furia.—¡Daniel! ¡Mira lo que te han enviado! —exclamé, llena de ira al contemplar los lujosos obsequios que él había d