Capítulo 50.
POV – MILA.
Desperté con la sensación de que el aire era más pesado que de costumbre. El murmullo de la brisa se colaba por las cortinas, y el perfume a jazmines del jardín me llegó como un bálsamo. Sin embargo, la calma que me rodeaba era extraña, como si la mansión misma me estuviera vigilando.
Me incorporé lentamente, recordando las palabras del médico: reposo absoluto, cero estrés. El recuerdo del sangrado aún me perseguía en sueños. Había sentido que lo perdía todo. Ahora, cada mañana era un recordatorio de que el milagro seguía dentro de mí, pero colgado de un hilo frágil.
La puerta se abrió sin que tocaran. Era Camil. Su rostro serio me puso en alerta.
—Tenemos que hablar —dijo, cerrando tras de sí.
Me enderecé en la cama, inquieta.
—¿Qué ocurre?
Se acercó hasta sentarse a mi lado. Sus manos frías atraparon las mías.
—Mila, a partir de este momento, te prohíbo rotundamente la entrada al santuario.
La miré, incrédula.
—¿Qué dices?
—No insistas —replicó con firmeza—. Eres mi amig