Capítulo 51.
POV- NICOLAS.
El motor del auto zumbaba monótono mientras avanzaba por el camino de cipreses que llevaba a la mansión de mis padrinos. El aire frío de la tarde se colaba por la ventanilla entreabierta y me golpeaba el rostro, pero no bastaba para despejarme. Desde hacía meses el insomnio era mi compañero: cerraba los ojos y lo único que veía eran amenazas, rosas rojas, cartas con la letra de Javier, los ojos de Mila sospechando cada vez más, y ahora, el rostro de Lola conectado a las máquinas.
No estaba aquí por gusto, mis padrinos me mandaron a llamar y sé que no será para darme buenas noticias. Al bajar, una enfermera me esperaba en la puerta. No dijo nada; solo me hizo un gesto para que la siguiera. Caminamos en silencio hasta la parte trasera de la mansión, donde una puerta disimulada llevaba al ala más secreta: allí donde todos creían que no había nada, estaba la verdad que podía destrozarlo todo.
El olor a desinfectante me golpeó apenas crucé el umbral. Los bips constantes de la