Capítulo 41.

POV MILA.

Las palabras de Nicolás todavía flotaban en el aire, pesadas, insoportables.

Javier escapó de la cárcel.

Sentí que el suelo se abría bajo mis pies. Todo el aire de la habitación se volvió denso, como si las paredes me estrangularan. Me abracé el vientre por instinto, protegiendo lo único que ahora me importaba, mientras mi mente se hundía en un torbellino.

Nicolás me sostenía la mano, su rostro serio, pero en lugar de tranquilizarme, su silencio me encendió una urgencia interior. No podía callarlo más, no podía seguir guardándome lo que había descubierto.

—Nicolás… —mi voz apenas salió, rota, temblorosa—. Tienes que escucharme.

Él me miró con atención, como quien espera una explicación que todo lo cambie.

Respiré hondo, cerré los ojos por un segundo, y lo solté:

—No fue Javier… —dije, dejando que las palabras cayeran entre nosotros como una bomba—. Fue Lola quien quiso matarme. Ella plantó las pruebas, ella lo metió a la cárcel para quedarse con el dinero de los Rodríguez.

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