Capítulo 40.
POV MILA.
El sonido sigue resonando en mi pecho, como una melodía que nunca olvidaré: el latido de mi bebé.
El doctor sonrió, tranquilo, y con pocas palabras confirmó lo que mi corazón ya presentía: “Está embarazada, y todo se ve bien. El bebé es fuerte”.
Por un instante, sentí que el mundo se detenía. Una corriente cálida me recorrió el cuerpo, y las lágrimas se me escaparon sin que pudiera controlarlas. No eran de dolor, ni de rabia, ni de nostalgia. Eran lágrimas limpias, de esas que sanan. Miré a Nicolás, y él estaba allí, apretando mi mano, con ese brillo inesperado en los ojos. Vi algo que no obtuve de Javier cuando se lo conté aquella vez, en él era distinto orgullo, ilusión… amor verdadero.
Salimos del consultorio y, por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía sonreír sin miedo. El aire me parecía más ligero, el cielo más azul, la vida más generosa.
—Vamos a ser padres —le dije, casi susurrando, como si al decirlo en voz alta el universo pudiera escucharlo y cambiar de id