Capítulo 37.
POV – MILA.
Había pasado un mes desde aquel descubrimiento del Escorpión, un nombre que aún resonaba en mi cabeza como un eco imposible de atrapar. Ni Camil ni yo habíamos podido rastrearlo. Era como un fantasma, alguien que se movía en las sombras sin dejar huella. Pero en el fondo de mi pecho había una certeza peligrosa: tarde o temprano lo encontraría, y cuando lo hiciera, esa verdad cambiaría todo.
Mientras tanto, mi vida parecía tranquila, casi demasiado tranquila. Con Nicolás, la relación marchaba de maravilla. Cada día que pasaba lo amaba más, aunque aún no me atreviera a decirlo en voz alta. Su presencia llenaba mi vida de luz: me hacía reír, me cuidaba, me sorprendía con detalles, y cada noche, en su cama, me devolvía la esperanza que creía perdida.
Sin embargo, algo en él me inquietaba. Había aumentado la seguridad en la mansión sin razón aparente. Guardias nuevos, cámaras en cada esquina, protocolos de emergencia que nunca antes existieron. Y no solo eso: mi padre lo visita