Capítulo 18.

POV Mila

El pitido constante de la máquina se convirtió en la banda sonora de mi vida desde que entramos al hospital. Era un sonido suave, casi monótono, pero cada vez que el ritmo variaba por un segundo, sentía que el aire me abandonaba.

Nicolás yacía inmóvil sobre la camilla, entubado, con la piel pálida y los labios resecos. Su respiración era asistida, mecánica, y cada tanto su pecho se alzaba como un milagro prestado. Me habían dejado que me quedara junto a él, como si intuyeran que si me sacaban de esa habitación, yo misma iba a derribar las puertas para regresar.

Tomé su mano fría y la apreté con fuerza.

—Vas a salir de esta —le susurré—. Y cuando abras los ojos, te prometo que nada volverá a dañarte.

Mi celular vibró en el bolso. Lo saqué sin soltar su mano. Era un mensaje de Flor de Loto.

"El paquete fue entregado. Las fotos llegaron a la mansión. También el mensaje."

Respiré hondo. Lo sabía: Martín Rodríguez ya tenía en sus manos las imágenes del francotirador torturado y la
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