Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana empezó antes que el sol. No por un llanto, sino por un calendario que marcaba con tinta azul una cita que parecía más un vértigo que un trámite: obstetra — 9:20 AM. Kira lo había escrito dos días atrás con letra apretada, como si la caligrafía pudiera darle forma al miedo. A esa hora, la casa tenía ese olor tímido a pan tostado y agua caliente. Julian caminaba descalzo por la cocina con Damian dormido en el fular, pegado a su pecho con la gravedad absoluta de los recién nacidos. Cada paso era un arrullo; cada respiro, una cuerda que sujetaba lo esencial para que no se cayera.
Kira apoyó la frente en el marco de la puerta un segundo, la taza entre las manos, ese mareo pequeño que avisaba que el cuerpo estaba haciendo algo secreto y monument







