Capítulo 10: Primer roce

La convivencia fluyó entre risas, anécdotas y bromas internas. Sol se burlaba de todo y todos, sacando carcajadas incluso a Kira, que poco a poco fue relajándose. Julian notaba cómo ella evitaba el contacto con Diego. Cómo su cuerpo se tensaba cada vez que él le pasaba el brazo por la cintura o le besaba el cuello. Y Julian, sin forzar, simplemente se mantenía cerca. Hacía preguntas a Kira, la escuchaba, se interesaba. Con cada gesto, con cada palabra, tejía un hilo invisible de confianza.

Sol no tardó en notar la tensión silenciosa entre los dos hombres. Cada vez que Julian decía algo amable, Diego sentía la necesidad de marcar territorio. Pero lo hacía desde la posesión, mientras Julian lo hacía desde el cuidado. Kira lo notaba, aunque no quisiera admitirlo.

—¿Alguien aquí sigue fútbol europeo? —preguntó Leo, buscando romper un poco la tensión.

—¡Obvio! —respondió Sol levantando la mano—. Soy del Barça hasta que me muera.

—¿Y tú, Kira? —preguntó Julian con curiosidad, mirándola desde el otro lado del sofá.

—Dinamo de Kiev —respondió ella, con una sonrisa de orgullo—. Aunque ahora ya no es lo mismo…

—Por la guerra —dijo Julian en voz baja, con empatía sincera. Kira asintió en silencio.

—Y tú, Julian, ¿también te gusta el fútbol? —preguntó Luka, que había estado escuchando atento.

—Crecí viendo al Arsenal con mi abuelo. Siempre he sido más de Premier League. Aunque ahora ya no tengo tiempo para seguirlo tanto —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Y tú, Diego? —preguntó Sol, dándole una palmada en el brazo.

—Yo prefiero jugarlo. Verlo es para vagos —respondió Diego con una sonrisa socarrona. Luego miró a Julian—. Aunque me imagino que tú debes ser más de ver que de hacer.

Julian no se inmutó. Sonrió de medio lado, tomando un sorbo de su bebida.

—Últimamente solo veo repeticiones… pero no subestimes lo que uno hace cuando nadie lo ve. A veces lo más interesante es lo que no se presume.

Sol silbó con picardía.

—¡Uy! Eso sonó a madrazo elegante.

Las carcajadas resonaron, incluso Luka soltó una risa tímida. Diego apretó la mandíbula pero no respondió. Kira observó la escena con una mezcla de sorpresa y diversión. Le gustaba cómo Julian no necesitaba imponerse. No levantaba la voz, no buscaba atención. Pero cuando hablaba, todos lo escuchaban.

La conversación continuó entre anécdotas, debates sobre Messi y Ronaldo, y discusiones absurdas sobre cuál selección es más sobrevalorada. En medio de la broma, Kira lanzó una opinión polémica:

—Brasil está sobrevalorado. Siempre hacen show, pero se caen en partidos importantes.

—¡Blasfemia! —gritó Leo, llevándose las manos al pecho como si le hubieran disparado.

—Totalmente de acuerdo —añadió Julian sin dudar.

—Te estás ganando puntos, Juls —dijo Kira con una sonrisa.

Kira se rió sin poder evitarlo. Había usado el apodo sin pensarlo, y al notar lo que hizo, bajó la mirada. Julian la miró en silencio, su pecho se apretó apenas por un instante. Nadie nunca le había dicho un diminutivo. Se sintió… querido. Y eso era nuevo.

Diego, desde su lado del sofá, no dijo nada. Observaba. Calculaba. Y se encendía por dentro.

Cuando la conversación se calmó un poco, Diego lanzó una indirecta con voz casual:

—¿Y tú, Julian? ¿Vienes seguido a estas reuniones por el grupo o por alguien en particular?

Julian sostuvo la mirada con tranquilidad.

—Me caen bien todos. Pero sí, Kira es una mujer guapa, si eso quieres saber. Cualquiera con ojos puede notarlo.

Diego se tensó. Julian continuó, con una sonrisa apacible.

—Idiota sería quien la perdiera por otra mujer.

Un silencio breve siguió. Sol lo rompió, como siempre, con una carcajada exagerada y una broma subida de tono que desvió la atención. Pero el ambiente había cambiado. Kira cruzó mirada con Julian. Y aunque no dijeron nada, la conexión se sintió. Diego, mientras tanto, apretó el vaso con fuerza. No entendía por qué ese "flacucho" comenzaba a hacerle sombra.

Pero lo hacía. Y no lo iba a permitir.


Diego tomó un poco más de lo que debía. El tequila no perdona. En un mal movimiento al levantarse, tiró su vaso al suelo, rompiéndolo en mil pedazos.

—¡Mierda! —exclamó, tambaleándose.

—Tranquilo, ahorita lo limpio —dijo Kira, agachándose para recoger los pedazos.

—Déjalo, ya lo recojo yo —intervino Sol, pero Kira ya tenía un trozo de vidrio en la mano, y un pequeño corte en el dedo.

—¡¿Qué no ves lo que haces, idiota?! —le gritó Sol a Diego, poniéndose de pie.

Julian se levantó al instante y se acercó a Kira, ignorando por completo al otro.

—¿Estás bien? —preguntó con seriedad, enfocándose solo en ella.

—Es solo un corte… —murmuró Kira, pero frunció el ceño al ver la sangre.

—¿Dónde está el botiquín? —preguntó Julian.

—En mi cuarto, sobre el armario.

Julian la ayudó a levantarse, pero Diego se interpuso.

—¡Oye, flacucho, ya bájale a tu show! —espetó, jalando a Kira del brazo. Pero esta vez, Julian lo empujó sin violencia, firme.

—No la toques —dijo con una calma helada que hizo que hasta Sol enmudeciera.

—¿Qué dijiste, cabrón? —Diego dio un paso al frente, inflando el pecho.

—Que no la toques —repitió Julian sin moverse un milímetro.

Kira entonces se soltó de Diego con brusquedad.

—¡Ya basta! ¡Lárgate, Diego!

—¿Qué?

—Te dije que te vayas. Estás borracho, estás siendo un imbécil y no quiero que sigas aquí.

Diego la miró incrédulo, pero cuando vio que nadie iba a defenderlo —ni siquiera Luka, que lo observaba con el ceño fruncido desde el sillón— soltó una risa burlona y fue por su chamarra.

—¿Sabes qué? Haz lo que quieras. Ya te buscaré cuando se te pase la histeria —dijo, y salió azotando la puerta.

Silencio.

—Gracias —susurró Kira sin mirar a nadie.

Julian la llevó hasta su recámara. Entraron en silencio. Él buscó el botiquín sin necesidad de instrucciones adicionales y comenzó a limpiarle la herida con una delicadeza inesperada. Kira lo observaba con atención.

—Eres bueno con esto —comentó ella, intrigada.

—De niño no recibía mucha atención… así que aprendí a curarme solo —dijo sin mirarla, enfocado en su tarea.

Un silencio denso los envolvió. Julian terminó de vendarle el dedo, pero no soltó su mano de inmediato. La miró, serio.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Dime —susurró Kira.

—¿Por qué sigues con Diego?

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