—¡Maldición! — Caterina se mueve como una leona enjaulada.
Los hombres de Rocco llegaron a la cala, donde ella estaba tomando el sol con Rebecca, y las obligaron a entrar a la casa. No les explicaron nada en lo absoluto, solo les dijeron que, por órdenes de don Rocco, tenían que esperar en casa, sin salir de la villa.
—Esta no es la vida que imaginabas, ¿verdad? — Bianca, a pesar de estar inquieta, prefiere molestar a Caterina, mientras espera tener noticias de su hijo.
Aunque ella está segura de que todo esto se relaciona con Caterina, que, según Bianca, llegó a su casa a poner todo de cabeza y a perturbar a su adorado hijo.
—No tengo la menor idea de lo que está hablando y tampoco me interesa saberlo. — Caterina se despertó con la idea de decirle a Rocco toda la verdad sobre su padre, pero él ya se había ido y con Giovanni.
—Tendrás que acostumbrarte a esto, no creas que al vivir con alguien con el poder que tiene mi hijo pa