Al llegar a casa, Caterina baja del auto cerrando la puerta de este de un fuerte portazo, como una adolescente enojada con su padre. Aunque la realidad no dista de estar muy lejos, porque, a pesar de que ya no es una adolescente, la ira y la rabia que siente se acaban de extender hasta su padre.
Entra a la casa como alma que lleva el diablo y solo se detiene al ver a Salvatore y a Luca, que acaban de llegar de la estación de policía.
Luca se encuentra revisando su teléfono y en este observa varias llamadas perdidas de Rocco y un mensaje que logra leer en el preciso momento en el que Caterina se detiene frente a ellos dos.
[Ella lo sabe… Estoy llegando]
—Ustedes dos lo sabían, ¿verdad? —dice sin dejarles un segundo para defenderse mientras Salvatore la observa impresionado por el nivel de ira que parece ser presa de ella. —Ustedes dos, banda di stronzi, sabían lo que estaba pasando y me vieron la cara de estúpida. ¿Cómo alguien pue