Lo supo al ver el camino despejado y por eso rompió el patrón, el orden que ya no existía. Porque él era el caos disfrazado de orden, el movimiento dentro del silencio.
Con una furia fría, vuelve al perímetro y camina como si nada, disparando a cada hombre que encuentra a su paso y que intenta atacarlos, como si el campo de batalla fuera suyo.
Alguien lo ve a lo lejos. Rocco sabe que es la última bala que le queda y no puede equivocarse, se vuelve, lo observa y dispara con precisión, el hombre cae al suelo. El silencio se apodera del campo, no es un silencio de paz, sino de repliegue. El fuego cruzado se ha extinguido en ecos, la lava se eleva en columnas finas entre los olivos. Todos los enemigos no están muertos, pero sí desorientados y eso para Rocco es suficiente. cumple con su cometido, pasa el mensaje.
Rocco comprueba el perímetro inmediato; no hace falta disparar más. Los atacantes retrocedieron, no por miedo, sino por desorden. No tienen liderazgo, solo son ruido; contrario a