Caterina se despierta y descubre que Rocco no ha dormido en su cama, su lado está intacto. Ella mira hacia el techo y suspira, furiosa.
El cuerpo le duele porque, antes de que se desapareciera de su vista, Rocco y ella pasaron parte de la noche teniendo sexo en los lugares más extraños, salvo en la cama a donde él, después de destruir el cuarto de baño, no volvió.
Entra a la sala de baño y todos los vidrios y las esquirlas han sido recogidos, no han puesto todavía el espejo, porque imagina que han estado esperando a que ella se levantara.
Después de ducharse, se queda de pie en el vestidor observando la ropa de la que dispone. Mataría por unas Converse y por ponerse unos shorts cortos o pantalones ligeros, o tal vez un enterizo o vestidos un poco más escotados. O mejor, solo en honor de la señora Bianca, debería hacerse un tatuaje, si pudiese salir de este lugar.