Lo único que Paolo tiene claro es que Gianluca no puede sospechar de él, porque siendo el hombre impulsivo que es, podría dispararle de inmediato, sin ni siquiera detenerse a pensar o preguntar.
—No tenemos información todavía, pero estamos cerca, Gianluca. —Paolo abre los ojos en el momento en el que observa a un casi desquiciado Gianluca empujarlo contra la pared, inmovilizándolo con su hombro y brazo y presionando contra su cuello.
—¿Por qué diablos no lo sabes todavía? ¿Fuiste tú? —Gianluca presiona, cada vez con más fuerza, hasta que el sonido de un mensaje entrando en su teléfono lo distrae.
Suelta a Paolo y corre hasta donde se encuentra el teléfono; en ese momento lo que necesita son buenas noticias y, si se apresura, en menos de tres horas realizará una de las más grandes entregas que hasta ahora ha hecho y las dos bodegas que le quedan podrán hacer el trabajo.
—Tenemos que irnos, no voy a quedarme esperando a los i