CAPITULO EXTRA
El viento del Reino del Ocaso aullaba con una fuerza que hacía vibrar las montañas negras. Las nubes giraban en espirales interminables sobre un trono tallado en obsidiana viva, donde una figura solitaria observaba el fuego del destino.
El Señor Oscuro llevaba siglos esperando ese momento.
Sus ojos —dos abismos que devoraban la luz— veían más allá de los mundos, más allá del tiempo. Entre las llamas danzantes, un reflejo comenzó a tomar forma: una joven de cabellos oscuros, ojos color amanecer y un aura luminosa imposible de ignorar.
Risa.
Un nombre pronunciado con reverencia… y dolor.
—Así que has vuelto a mí —susurró el Señor Oscuro, su voz como un trueno lejano, lleno de siglos y tristeza—. Elaris… tu alma nunca aprendió a huir.
El fuego crepitó, respondiendo a su llamado.
Elaris.
Aquel había sido el nombre de la sacerdotisa de la Luz Primordial, la única mujer que alguna vez había desafiado a la oscuridad sin miedo. Ella había amado lo prohibido, había vist