La traición nunca llega envuelta en un lazo brillante. Más bien, se cuela sigilosa, como una sombra que se esconde detrás de la confianza más arraigada. Lo supe aquella noche cuando, por casualidad o por designio del destino, descubrí que uno de los betas más antiguos de la manada, alguien en quien todos confiábamos, había estado pasando información a El Filo.
No era cualquier beta. Era Marcus. Un hombre que había sido mentor para muchos, cuya lealtad parecía inquebrantable... hasta ese momento.
Me encontraba sola en la biblioteca ancestral de la manada, buscando alguna pista sobre el origen de la marca que me estaba consumiendo, cuando escuché susurros. Me acerqué sin hacer ruido y, para mi horror, escuché a Marcus al teléfono, hablando en voz baja pero urgente con alguien a quien solo podía imaginar en mi mente: el enemigo.
—No te preocupes, todo sigue su curso —decía con voz grave—. Ella no sospecha nada.
Una oleada de ira y decepción me quemó por dentro. ¿Cómo podía alguien tan ce