20

La carta llegó al amanecer.

No con un mensajero oficial. No con el sello pomposo que Kaelen solía usar para proclamaciones importantes. Llegó envuelta en tela manchada de barro, atada con un cordel simple, dejada en el umbral de mis habitaciones como si quien la hubiera traído temiera ser visto.

Ash la olisqueó con desconfianza, gruñendo suavemente. Incluso él podía sentir que algo estaba mal con esto.

La recogí con manos que no temblaban—me negaba a darle ese poder—y cerré la puerta detrás de mí. El sello de cera era negro. Sin insignia. Anónimo por diseño.

Rompí el sello.

La caligraf&i

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