Capítulo 146 – Pactos de silencio
La última diapositiva de la presentación se apagó en la pantalla gigante de la sala de juntas, dejando la estancia sumida en una penumbra artificial antes de que las luces principales se encendieran con un zumbido suave. La reunión había sido un éxito técnico; los números cuadraban, las proyecciones de fusión eran sólidas y los abogados de ambas partes habían asentido con satisfacción burocrática. Sin embargo, la atmósfera humana era gélida.
Óscar Caruso, sentado en la cabecera de la inmensa mesa de caoba, cerró su carpeta de notas con un movimiento lento y deliberado. Bajo su brazo derecho, sentía la presión de la otra carpeta, la de cuero marrón que contenía el secreto no leído. Durante las dos horas que había durado la junta, aquel papel oculto le había quemado el costado como un hierro al rojo vivo, una distracción constante que lo había obligado a esforzarse el doble para mantener el hilo de la negociación.
—Bien, caballeros —dijo Óscar con su vo