– La intuición del miedo
La luz de la tarde entraba sesgada por los amplios ventanales de la oficina de presidencia, bañando el escritorio de caoba en un tono dorado que contrastaba con el ambiente gélido que reinaba en el interior. El aire acondicionado zumbaba con un rumor monótono, pero no era eso lo que enfriaba la habitación; era el silencio espeso, cargado de palabras no dichas y dolores no procesados, que flotaba alrededor de Cristina.
Llevaban horas trabajando. O al menos, intentándolo.
Cristina revisaba los balances trimestrales con una mecanicidad aterradora. Sus ojos recorrían las columnas de números, su mano firmaba autorizaciones, pero su mente estaba a kilómetros de distancia, perdida en un laberinto de imágenes recurrentes: un video en un teléfono, una amenaza telefónica, un funeral hipócrita.
A su lado, Jessica organizaba la agenda de la semana siguiente en su tableta. Sin embargo, cada dos minutos, levantaba la vista para observar a su amiga. La veía más delgada, con