Estaba desesperada, sola, muerta de hambre. No te quería. Iba a regalarte o a dejarte en una iglesia. Yo… simplemente le di una solución.
—¿Me… adoptaste?
Roxana lo miró fijamente.
—Te compré, Elio. Te compré como se compra una inversión a futuro. Le pagué lo suficiente para que desapareciera y nunca volviera a buscarte. Fingí el embarazo, usé almohadillas, me fui de viaje los últimos meses… y luego regresé contigo en brazos. El "bebé milagro" prematuro.
Elio sintió que algo se rompía dentro de su pecho.
No era solo un bastardo. No era solo un hijo ilegítimo. Era una mercancía.
Su verdadera madre, la mujer que le dio la vida, lo había vendido porque no lo quería. Y la mujer que tenía enfrente, a la que había llamado "mamá" toda su vida, solo lo veía como un recibo de garantía para asegurar una fortuna.
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin que pudiera controlarlas. No era el llanto fingido del funeral. Era un llanto visceral, doloroso, humillante.
—Me vendieron… —sollozó El