Capítulo 42. El anillo de la guerra.
Él le quitó el resto de la ropa, su boca y sus manos recorriendo cada curva de su cuerpo. Lyanna le quitó el pantalón, desesperada por sentir la piel de él contra la suya.
El contacto de sus cuerpos, pecho contra pecho, muslo contra muslo, fue una descarga eléctrica.
Lyanna lo sintió entrar en ella, un movimiento lento y posesivo que la llenó por completo. Un gemido de asombro escapó de sus labios.
La pasión era un infierno dulce, y ella se perdió en el ritmo de Ares, en sus gruñidos, en la forma en que su cuerpo se movía con una maestría que la llevaba a alturas que nunca había conocido.
Cuando el clímax la sacudió, fue un temblor violento que la dejó sin aliento, aferrada a los hombros de Ares, gritando su nombre.
Ares la siguió segundos después, enterrado en su interior, con un rugido desgarrado.
Se quedaron unidos, sudorosos, respirando el mismo aire caliente. Lyanna tenía la cabeza apoyada en su hombro, sintiendo el latido acelerado de su corazón.
—No te vayas —murmuró Ares con