Eda Calloway y Christopher Davenport, se han unido en matrimonio por acuerdos familiares, claro que ninguno de los involucrados alberga sentimientos hacía el otro, es más Christopher siempre estuvo enamorado de su primer amor, Patricia Grenville, pero el amor no era más fuerte que los Imperios y los intereses familiares, aquello obliga a Christopher a tomar distancia de su gran amor. Patricia viaja a los Estados Unidos mientras que los Davenport cortan todo lazo y toda conexión de los enamorados, hasta que encuentran a la candidata perfecta para su esposa.Eda Calloway, es el epítome de la dulzura y la fragilidad, una joven que irradia pureza y encanto con cada paso que da. Su inocencia, reflejada en su mirada clara y su disposición amable, es lo que la hace destacar en un mundo lleno de ambición y máscaras. Como heredera de la prestigiosa familia Calloway, Eda combina elegancia natural con una humildad que desarma incluso al más frío de los corazones.Los Davenport la han elegido como esposa del Gran CEO, Christopher Davenport, no solo por sus impecables conexiones familiares, sino porque Eda posee un aura especial, capaz de atravesar las murallas que Christopher ha construido a lo largo de los años. Su dulzura contrasta con el carácter frío y calculador del CEO, convirtiéndola en la pieza que equilibra y complementa su personalidad.Para la poderosa familia Davenport, Eda representa no solo una alianza estratégica entre dos linajes prominentes, sino también una esperanza de que su calor y bondad puedan suavizar el alma endurecida de Christopher, despertando en él emociones que ha mantenido enterradas durante años. Su capacidad de ver lo mejor en los demás y su inquebrantable optimismo la convierten en una figura única, destinada a marcar una diferencia en la vida del gran Davenport.
Ler maisEda estaba de pie en la enorme cocina de la mansión Davenport, observando a la abuela Margaret con algo de timidez. La matriarca de los Davenport era una mujer imponente y elegante, pero siempre tenía una chispa de picardía en sus ojos, algo que desconcertaba a Eda en su totalidad, no era para nada experta en leer las personalidades de alguien y mucho menos de alguien como aquella mujer que tenía ante sus ojos.
—Querida, ¿podrías llevarle esto a Christopher? —dijo la abuela, colocando una vianda perfectamente empacada sobre la mesa de mármol. —¿A la empresa? —preguntó Eda, sujetando el delantal que había insistido en usar esa mañana para ayudar en la cocina. —Por supuesto. Ese pobre muchacho siempre está trabajando. Si no le llevamos comida casera, probablemente sobreviva a base de café y decisiones apresuradas. Eda asintió, aunque la idea de aparecer de improviso en la intimidante empresa Davenport le hacía sudar las manos. No obstante, no podía negarse a la amable abuela Margaret. —¿Y qué es lo que hay dentro? —preguntó, curiosa, mientras se inclinaba para echar un vistazo al contenido de la vianda. —Oh, solo su comida favorita: pastel de carne con puré de papas. Lo preparé con mucho cariño… y algo más. —La abuela Margaret sonrió de forma misteriosa. —¿Algo más? —Eda frunció el ceño, confundida. —Amor, querida, amor —dijo Margaret con dramatismo, llevándose una mano al corazón—. Eso es lo que necesita Christopher, aunque él no lo sepa. Eda se sonrojó. ¿Por qué le estaba diciendo eso? —Pero bueno, no te preocupes. Solo entrega esto con una sonrisa y dile que lo hice especialmente para él. —Margaret hizo una pausa y la miró con intensidad—. Aunque... podrías decirle que tú también ayudaste un poco. —¿Yo? ¡Pero no hice nada! —la pequeña mujer parpadeó rápidamente, horrorizada ante la idea de mentirle a Christopher. —Exacto, no has hecho nada… todavía —murmuró la abuela, apenas audible, mientras ajustaba un mechón rebelde del cabello de oro de Eda detrás de su oreja—. Ahora, querida, es hora de que uses tu mejor sonrisa. Recuerda: los hombres como Christopher necesitan un toque de calidez en sus vidas. —¿Un toque de...? —Eda no terminó la frase. La abuela Margaret ya la había empujado suavemente hacia la puerta principal con la vianda en la mano. Antes de que pudiera procesar lo que acababa de suceder, Margaret le dio unas palmadas en el hombro y le dijo... —Y si Christopher te sonríe… significa que estás en el camino correcto. Eda solo asintió, incapaz de comprender del todo las palabras de la abuela. ¿Cuál camino correcto? Eda estaba confundida o mejor dicho, era demasiado inocente para captar la intención oculta. Cuando ella llegó a la oficina de Christopher, un silencio expectante se apoderó del piso ejecutivo. Los empleados intercambiaron miradas mientras Eda, con su delicada figura y la vianda en las manos, avanzaba con pasos cautelosos hacia la oficina de vidrio del CEO. —¿Mi esposa? —preguntó Christopher al verla, levantando una ceja. Su tono era una mezcla de incredulidad y curiosidad. —La abuela... —Eda tartamudeó—. Digo, Margaret... quiero decir, su abuela... me pidió que le trajera esto. Christopher la miró, primero a ella y luego a la vianda. Algo en su expresión se suavizó, aunque apenas perceptiblemente después de escuchar la mención de su abuela. —¿Ella cocinó esto? —preguntó, aunque en su voz había una ligera nota de escepticismo. —Sí. Bueno, ella dijo que yo también ayudé... pero no es verdad. No quiero mentirle. Yo solo... vine a entregarlo. —Eda hablaba tan rápido que sus palabras se atropellaban entre sí, mientras su rostro adquiría un encantador tono rosado, después de todo no era para nada cercana a su marido y le temía no solo a él también a las alturas. Christopher se permitió una pequeña sonrisa. —Qué típico de mi abuela. Mientras él abre la vianda y el aroma llenaba la oficina, Eda lo miró nerviosa. Entonces, sin pensarlo demasiado, soltó: —Ella dijo que si usted me sonríe... significa que estoy en el camino correcto. Christopher levantó la mirada, sorprendido, y luego soltó una risa baja, algo que casi nunca hacía. Eda lo miró confundida, y él negó con la cabeza, todavía divertido. —Dile a mi abuela que sus planes no son tan sutiles como cree. —¿Planes? ¿Qué planes? —preguntó ella, realmente perdida y en un tono muy inocente. Christopher solo negó otra vez, llevándose un bocado a la boca, mientras su esposa lo observaba con nerviosismo. — No entiendo cuál es la necesidad de que sea yo la que traslade este plato hasta la Empresa, los edificios me marean y el Imperio Davenport quizás me lleve a la muerte, llegar con vida aquí lo debo de catalogar como un logro, no quiero molestarlo, pero tampoco quería negarme de la Señora Margaret — ella fue sincera y los ojos celestes de su esposo se posan en ella, tanto que Eda se siente pequeña ante aquella mirada. Eda Calloway y Christopher Davenport, se han unido en matrimonio por acuerdos familiares, claro que ninguno de los involucrados alberga sentimientos hacia el otro, es más Christopher siempre estuvo enamorado de su primer amor, Patricia Grenville, pero el amor no era más fuerte que los Imperios y los intereses familiares, aquello obliga a Christopher a tomar distancia de su gran amor. Patricia viaja a los Estados Unidos mientras que los Davenport cortan todo lazo y toda conexión de los enamorados, es así que Christopher empieza a sumergirse cada vez más en el mundo Empresarial hasta coronarse como uno de Empresarios más influyentes de Inglaterra, Escocia entre otros Países, hasta que sus familiares encuentran la candidata perfecta para su esposa. Eda Calloway, es el epítome de la dulzura y la fragilidad, una joven que irradia pureza y encanto con cada paso que da. Su inocencia, reflejada en su mirada clara y su disposición amable, es lo que la hace destacar en un mundo lleno de ambición y máscaras. Como heredera de la prestigiosa familia Calloway, Eda combina elegancia natural con una humildad que desarma incluso al más frío de los corazones. Los Davenport la han elegido como esposa del Gran CEO, Christopher Davenport, no solo por sus impecables conexiones familiares, sino porque Eda posee un aura especial, capaz de atravesar las murallas que Christopher ha construido a lo largo de los años. Su dulzura contrasta con el carácter frío y calculador del CEO, convirtiéndola en la pieza que equilibra y complementa su personalidad. Para la poderosa familia Davenport, Eda representa no solo una alianza estratégica entre dos linajes prominentes, sino también una esperanza de que su calor y bondad puedan suavizar el alma endurecida de Christopher, despertando en él emociones que ha mantenido enterradas durante años. Su capacidad de ver lo mejor en los demás y su inquebrantable optimismo la convierten en una figura única, destinada a marcar una diferencia en la vida del gran Davenport. — Puedes volver, me comunicaré con mi abuela — esta vez la seriedad había vuelto y Eda solo asintió inocentemente, la mujer se da la vuelta y empieza a avanzar hasta que la voz de su esposo la detiene antes de que abriera la puerta. — A la noche tengo una cena importante, como mi esposa debes de acudir conmigo — Eda se había asustado, ella no acostumbra a salir y mucho menos quería hacerlo — enviaré al chófer por ti. Eda no pronuncia ninguna palabra, esta vez nada la detiene para que avance y al salir de la oficina se muerde los labios, sintiendo la presión y el temor acerca de la invitación de su esposo, de inmediato saca su teléfono y mientras se acomoda en la camioneta le envía un mensaje de texto a su mejor amiga Lucero, que rápidamente contesta y le dice que debe de hacer, pero como si escribir fiera poco, Lucero había llegado en la mansión antes de que Eda lo haga. La pequeña mujer se había asustado al encontrar a Lucero sentada en el Sillón. — ¿Qué estás haciendo aquí? — Pregunta Eda observando con las cejas fruncidas a su amiga. — Vine a ayudarte, ya sé qué evento tiene tu marido, es la Fiesta de reintegro de unas tres familias al Mundo Empresarial Inglés, y todos acuden con sus esposas o familia. — ¿Qué vela tengo en el entierro? — Sigo creyendo firmemente que la Tía Anastasia te ha dejado caer de pequeña por eso dices tantas incoherencias ¿Se te olvida que eres esposa de Christopher Davenport? — Esposa de contrato. Estamos en un mundo lleno de intereses. —"¡Mira, Eda, aunque los aliens hayan hecho de cupidos cósmicos, aquí en la Tierra o en Marte, tú y Christopher son esposos intergalácticos! ¡No hay escapatoria, señora galáctica!" — Tengo mis sospechas de que la Tía Úrsula te ha rescatado de los extraterrestres — ataca Eda, logrando que Lucero sonriera enérgicamente. — Veamos qué vestidos tienes — Lucero abre el gran placar. — No quiero ir — Eda fue sincera sentándose en la cama y cruzando los brazos como una niña pequeña. — Lamento decirte querida, que tu esposo no tiene los mismos planes que tú — responde Lucero escogiendo los vestidos que su amiga tenía en el placar, después de buscar y buscar tal parece que Lucero había dado con el vestido especial para la noche que se avecinaba — este vestido es perfecto Eda, este vestido está diseñado para resaltar tu elegancia y presencia angelical. Eda al escuchar los calificativos que su amiga estaba dando frunce el ceño, no cree que sea para tanto, pero al ver el vestido ella entiende la algarabía de su amiga. El vestido era de un color suave tono pastel como el azul hielo o el rosa empolvado, evocando pureza y delicadeza. Confeccionado en gasa fluida que aporta movimiento y un aire etéreo, el corte es de Silueta ajustada en el corpiño con un escote corazón delicado, que resalta la figura de manera sutil y elegante, con detalles decorada con bordados florales finos y detalles brillantes que añaden un toque mágico sin sobrecargar. La falta caída fluida y ligera, que termina en una pequeña cola para mayor sofisticación. — Definitivamente, aquel vestido es muy hermoso pero... — No hay peros Eda, vas a ponerte este vestido y punto final — Sentencia Lucero, Eda sabe que no podrá en contra de su amiga así que guarda silencio. Cuando a la noche había llegado la hermosa mujer ya tenía puesto el vestido los ojos de Lucero se habían iluminado al observar la hermosura de su amiga, que combinaba aquel vestido con Pendientes de pequeños diamantes, Brazalete de plata minimalista, zapatos de tacón bajo en tonos metálicos. Maquillaje natural, con tonos suaves y un leve brillo en los labios. Cabello recogido en un moño bajo con mechones sueltos para enmarcar su rostro angelical. Este vestido es ideal para que Eda deslumbre en un evento empresarial, destacando por su presencia inocente y elegante y Lucero no estaba equivocada. — ¡Estás hermosa Eda! — Exclama Lucero emocionada.5 Años después.Eda se encontraba arreglándose por delante del tocador cuando una hermosa princesa vestida de rosa pastel entró en su campo de visión. Emma, con su vestido esponjoso y su tiara ligeramente torcida, la observaba con sus grandes ojos curiosos.—Mami, ¿puedo jugar con tu maquillaje? —preguntó con una dulce sonrisa, sus pequeñas manos ya extendiéndose hacia la mesa del tocador.Eda la miró con una mezcla de ternura y sospecha. Sabía que esa petición no era inocente. Emma tenía una creatividad desbordante… y ninguna experiencia con brochas y labiales.—Mmm… ¿y qué planeas hacer exactamente, mi princesa? —preguntó con una ceja arqueada.—Quiero ser una reina como tú. —Emma se puso de puntillas y tomó una brocha, agitándola como si fuera una varita mágica.Eda soltó una risa y suspiró resignada. Tomó a Emma en brazos y la sentó sobre su regazo, colocándose frente al espejo.—Está bien, pero con cuidado. Mamá te enseñará algunos trucos.Emma aplaudió emocionada. Su emoción se
La majestuosa catedral en Suiza resplandecía bajo la luz dorada del atardecer, con sus vitrales proyectando destellos de colores sobre los asistentes. Era un día especial, no solo porque Christopher y Eda unirían sus vidas en sagrado matrimonio, sino porque también celebraban el primer cumpleaños de sus mellizos, Ethan y Emma, quienes serían bautizados en la misma ceremonia de sus padres que ahora van a jurar amor eterno ante Dios.El aire estaba impregnado de una emoción palpable. Familiares y amigos, todos vestidos de blanco, reflejaban la pureza y la alegría de la ocasión. Al fondo, el coro entonaba una melodía celestial mientras Eda avanzaba por el pasillo, tomada del brazo de su padre. Su vestido, vaporoso y etéreo, se movía con gracia a cada paso. Su mirada se encontró con la de Christopher, quien la esperaba en el altar con los ojos llenos de amor y admiración.Cuando ella llegó a su lado, Christopher tomó suavemente su mano y el sacerdote comenzó la ceremonia. La emoción en la
El sol apenas comenzaba a asomarse por la ventana cuando el sonido de pasos firmes resonó en el pasillo de la casa. Christopher, que tenía a Emma en brazos mientras Ethan dormía en la cuna, levantó la vista con una ligera sensación de inquietud.No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera de par en par y, con la elegancia de una reina y la determinación de un general, la abuela Margaret hiciera su gran entrada.—¿Dónde están mis bisnietos? —preguntó con voz firme, pero con los ojos brillando de emoción.Eda, que intentaba acomodarse en el sofá después de alimentar a Ethan, sonrió con ternura.—Aquí están, Abuela — Expuso Eda.La mujer mayor caminó con paso decidido, ignorando completamente a su nieto, y se inclinó hacia la cuna para ver a Ethan.—¡Oh, mírenlos! Tan hermosos, tan perfectos… y, gracias al cielo, no heredaron el ceño fruncido constante de su padre —exclamó con un brillo pícaro en los ojos.Christopher suspiró, ya esperando el ataque, aunque como decirle que Et
El reloj marcaba las dos de la madrugada cuando Eda sintió una punzada aguda recorrer su vientre. Al principio pensó que era una falsa alarma, otra de las tantas contracciones de práctica que había experimentado en las últimas semanas. Pero cuando el dolor se intensificó y una ola de presión se apoderó de su cuerpo, supo que había llegado el momento.—Christopher… —susurró, sacudiendo a su esposo, que dormía con un brazo protector alrededor de su cintura.Su reacción fue inmediata. Apenas abrió los ojos y procesó sus palabras, saltó de la cama con una rapidez sorprendente.—¡Espera! ¿Te duele mucho? ¿Puedes caminar? ¿Respira, amor, respira! —decía atropelladamente mientras intentaba ayudarla a incorporarse.Eda rodó los ojos. Sabía que Christopher, pese a su dureza habitual, se convertía en un manojo de nervios cuando se trataba de ella y de los bebés.—Sí, sí, puedo caminar… pero si sigues hablando tanto, voy a dar a luz en el pasillo.Eso fue suficiente para que Christopher la tomar
— Era evidente que desde su llegada ella nada más tenía un plan y era recuperar todo aquello que ha perdido aquí, aquello también me incluía a mi, claramente aquello era lo último que a mi me importaría, Patricia no era relevante para mi, es más su sola presencia a mi me molestaba, ella nunca cambió, mejor dicho, ha mejorado sus técnicas, técnicas que conmigo no funcionan en lo absoluto, la noche de su regreso, alguien había adulterado tu bebida y tuvo suerte de que haya sido yo quien te haya encontrado, ella en su afán de separarnos, ha terminado dándonos un empujón, aunque tarde o temprano serias mía, porque eres mi esposa, pero su plan era que tu termines entre las sabanas de otro hombre aquella noche, no obstante terminaste en mi cama, en tu mansión siendo mi mujer, al día siguiente ella se había autoinvitado para el desayuno, nadie la quiere cerca en mi familia, y es mi culpa porque yo no supe darle un alto, aunque ella tenía claro que yo no quería nada con ella.— Ella en cada o
El salón de conferencias de Davenport Enterprises estaba abarrotado de periodistas, cámaras y micrófonos listos para captar cada palabra de Patricia Granville. Era su última oportunidad de limpiar su imagen tras el escándalo que había sacudido a su familia y su reputación. Christopher había preparado un discurso para ella, cuidadosamente elaborado para minimizar el daño, pero en el instante en que Patricia se puso de pie ante la multitud, su cuerpo la traicionó.Sus manos temblaban. El sudor perlaba su frente. Los flashes de las cámaras la cegaban y el murmullo de los reporteros la asfixiaba.—B-buenas tardes... —balbuceó, tratando de seguir el guion que tenía en sus manos. Pero las palabras se desdibujaban ante sus ojos.El silencio expectante de la sala se transformó en murmullos y cuchicheos. Un periodista tosió; otro levantó la mano para interrumpirla. Patricia sintió cómo las piernas le flaqueaban. No podía respirar.Y entonces, el pánico la consumió.Los papeles resbalaron de su
Último capítulo