El CEO Darkok se les había aparecido como un fantasma salido de quién sabe dónde. La arquitecta no esperaba verlo, tampoco el CEO Salvatierra.
— Dimitrir, ¿Qué haces aquí? se supone que debes de estar en la compañía trabajando, ¿No me estarás siguiendo, verdad?
— Por supuesto que no, tuve una reunión aquí cerca y recordé que dijiste que vendrían a la construcción, solo quería verte que estés bien, y que los bebés también estén bien, déjame tocarlos un poco.
El hombre puso sus manos sobre la barriga de su esposa y acariciaba suavemente a sus hijos. Ellos se movían al sentir su tacto.
— Dimitrir no me alborotes a los niños, apenas les hablas y los tocas, no dejan de moverse, eso me dificulta moverme y caminar.
— Soy su padre, por supuesto que voy a hablarles, y a consentirlos, acaricio tu barriga esperando a que sientan mi cariño por ellos.
— Pero eso cuando estamos en casa, mi amor, aquí estamos trabajando, y estos niños se desbaratan haciéndose notar ante su padre.
— Qu