Vladimir quiere a su madre.
Una vez que se aseguró de que su esposa no estaba en el hospital, triste y afligido, el CEO salió de ahí con su hijo.
El capacitado grupo de guardaespaldas estaba evidentemente decepcionado por su falla, les habían secuestrado a la señora de la familia, más habian seguido todo los protocolos, cuidaron de las entradas y salidas principales, pero el CEO no les pidió que entrarán con ellos para no preocupar a la madre de su hijo. El quería mantener un perfil bajo, lo que había resultado contraproducente.
Ahora todos se dirigían a la compañía Mendoza, el empresario quería saber de lo que quería hablar su amigo.
El imponente CEO llegaba a la oficina del millonario empresario que era como si hermano, rodeado de guardaespaldas y con su bodoque apretado a su pecho, entró como vendaval a la oficina, no siquiera se aunució con la secretaria, de todas maneras ella ya sabía que su importante jefe ya lo estaba esperando.
— Dimitrir, que bueno que llegaste. — El CEO se levantó de su asi