Nos quitaron al niño, no hay nada que hacer.
Lo que no había sucedido en las últimas horas, pasó, los ojos del CEO Lombardi, y los de su esposa brillaron con esperanza.
— Doménico, ¿Creés que si Lucano sabe que esperamos un bebé, se alegre un poco y se active su instinto de hermano mayor? La bella y atribulada Stella, le preguntaba a su marido su opinión.
— Podemos decirle, creo que no perdemos nada con intentarlo. Apenas despierte se lo diremos juntos. — El CEO abrazó a su esposa a su pecho.
El apuesto hombre no tenía idea de cuánto necesitaba ella ese abrazo, pero pudo sentir que llega descansó en él sus preocupaciones.
— Mi sobrino está dormido por ahora, entraré yo a cuidarlo, lleva a Stella a que coma algo en el restaurante, recuerda que lleva un bebé en el vientre que también tienes que cuidar, Doménico, y por supuesto de la salud de mi cuñada.
— Pero... Yo quiero ir con mi hijo, ya estuve mucho tiempo acá afuera.
— Mi hermano lo cuidara bien mientras volvemos, no voy a descuidarte, ni a la criatura.
— No