Bienvenido al mundo pequeño Dimitrir.
Por supuesto que Rafaela negó rotundamente que volvería a tener otro hijo, le dijo a su esposa que solo le daría al bebé que cargaba en brazos.
En la sala de espera los Mendoza ya estaban ahí, con ellos se encontraba Angela, ella caminaba despacio, su embarazo estaba súper avanzado, su bello rostro estaba pálido y demacrado.
— Dimitrir, ¿Cómo está mi hija? ¿Qué noticias hay de ella? — El CEO Mendoza llegaba apresurado a preguntar por Rafaela.
— Vladimir entró con ella, él todavía no ha salido, tal vez esté ya en trabajo de parto.
— ¡Mi pobre hija, si no fuera por tu demonio ella no estaría pasando esos dolores insoportables tan jóven!
— ¿Ah si? ¿Y qué me dices de tu demonio? Mira a mi princesa, ella está a nada de dar a luz, su carita está demacrada, pálida, ¿Creés que me gusta verla así?
— Papá, ¿Tan mal me veo? Emiliano dijo que me veía hermosa, ya decía yo que me estaba mintiendo, me veo fatal, el bebé me está consumiendo lentamente, parece que me quiere matar poco