Kevin se había dirigido a su empresa, pero dejó ordenes al chofer de que debía de trasladar a Leah a la Mansión Presley, posteriormente si abandona la Villa La Matilde, entre tanto, Leah estaba sentada en el sofá de la habitación, sus ojos celestes estaban opacos, las lagrimas seguían amontonados en aquellos ojos hermosos, Leah sentía que el peso de perder a sus padres estaba aniquilando lo poco que quedaba de ella, la mujer emite un suspiro pesado, cierra los ojos mordiéndose los labios, justo en ese momento alguien toca la puerta que posteriormente se abre lentamente, era Ana que viene a ver a Leah.
— Señora ¿No necesita nada? — Leah levanta la cabeza.
— Ana, estoy bien, lo único que podría necesitar era a mis padres, pero ahora ya no están, definitivamente no sabría decirte si yo podré continuar — Ana se acerca a ella.
— ¿Me permite señora? — La ama de llaves quería agarrar las manos de la mujer, ella sin dudar le facilita el acceso a su mano — A veces la vida nos da golpes tan